El Guindilla pasó corriendo junto a la cocina mientras gritaba:
- ¡Marchando los segundos de la mesa diez!
El novato iba detrás, cargado con una bandeja llena por completo de vasos vacíos mientras llevaba en la mano derecha tres botellas de vino. Le pareció muy extraño que el Goblin no contestara al grito de su maestro con un "¡oído!" como era habitual. La respuesta del dueño del asador fue un tanto diferente.
- ¡Leeeeeches! ¡Traedme una botella de orujo y una venda!
El novato se asomó a la cocina y la escena que vio fue dantesca. El Goblin se había cortado con el cuchillo jamonero. Se sujetaba la mano con un trapo, que además de grasa ahora estaba lleno de sangre.
El novato salió corriendo en busca del maestro a toda la velocidad que le permitieron sus cansados pies.
- Maldita sea, pensó. Justo el peor día de todos.
Y es que tenían un banquete de mil demonios. Eran por lo menos 60 personas, que ocupaban todas las mesas disponibles del asador. Y para colmo, el que presidía la mesa era ni mas ni menos que el cliente pesado. Ese ser que parecía haber nacido exclusivamente para amargarle la existencia del Guindilla. La petición de hoy había sido de traca. Que quería un postre con jengibre... ahí, haciendo daño.
- ¡Pero si aún no ha preparado el postre del pesado! ¡No se puede cortar ahora! ¡Ahora no, leches! - dijo el maestro soltando los platos sucios que llevaba todos de golpe.
- ¿Y que hacemos maestro? ¿Que se hace en estas situaciones? - preguntó el novato preocupado
- No nos queda otro remedio. Hay que llamar a Daniela...
Daniela se arremangó en la cocina del asador del Goblin, frente a un sinfín de ingredientes.
- Bien, tengo de todo... ¡Novato! ¡¿Donde leches está el jengibre en este desorden?!
Ingredientes:- ¡Marchando los segundos de la mesa diez!
El novato iba detrás, cargado con una bandeja llena por completo de vasos vacíos mientras llevaba en la mano derecha tres botellas de vino. Le pareció muy extraño que el Goblin no contestara al grito de su maestro con un "¡oído!" como era habitual. La respuesta del dueño del asador fue un tanto diferente.
- ¡Leeeeeches! ¡Traedme una botella de orujo y una venda!
El novato se asomó a la cocina y la escena que vio fue dantesca. El Goblin se había cortado con el cuchillo jamonero. Se sujetaba la mano con un trapo, que además de grasa ahora estaba lleno de sangre.
El novato salió corriendo en busca del maestro a toda la velocidad que le permitieron sus cansados pies.
- Maldita sea, pensó. Justo el peor día de todos.
Y es que tenían un banquete de mil demonios. Eran por lo menos 60 personas, que ocupaban todas las mesas disponibles del asador. Y para colmo, el que presidía la mesa era ni mas ni menos que el cliente pesado. Ese ser que parecía haber nacido exclusivamente para amargarle la existencia del Guindilla. La petición de hoy había sido de traca. Que quería un postre con jengibre... ahí, haciendo daño.
- ¡Pero si aún no ha preparado el postre del pesado! ¡No se puede cortar ahora! ¡Ahora no, leches! - dijo el maestro soltando los platos sucios que llevaba todos de golpe.
- ¿Y que hacemos maestro? ¿Que se hace en estas situaciones? - preguntó el novato preocupado
- No nos queda otro remedio. Hay que llamar a Daniela...
* * *
- Bien, tengo de todo... ¡Novato! ¡¿Donde leches está el jengibre en este desorden?!
250gr de mantequilla sin sal
200gr de azúcar moreno
7 cucharadas de sirope dorado (o melaza clara)
600gr de harina 2 cuch. café de bicarbonato sódico
4 cuch. café de jengibre
1 cuch. café de canela (opcional)
Para el montaje:
250gr de azúcar glas (y un poco más para espolvorear)
1 clara de huevo
Almendras laminadas
1 paquete de Mikado
Caramelos variados para decorar
Opcional:
caramelos de azúcar “clásicos” (los de colores, de toda la vida)
Para ver la preparación de esta receta sigue el enlace...>>
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