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Epílogo (1ª Temporada)

sábado, 18 de febrero de 2012

El invierno había llegado. Sentado en el banco, a la sombra, un escalofrío le recorrió el espinazo. Era el único banco de la calle al que no le tocaba el Sol, debido en parte a la sombra producida por aquella inmensidad de cemento y cristal. También era el que tenia mejor ángulo de visión de la parte de atrás del hotel. Y no estaba allí de paseo, ni calentándose. Tampoco había palomas para alimentar ni otra cosa que hacer que fumar y eso fue lo que hizo una vez mas. Sacó el arrugado paquete de Winston y comprobó que era su último cigarrillo. Se lo puso en la boca pero no lo encendió.

Capítulo 12: No está el horno para bollos (II)

jueves, 16 de febrero de 2012

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Estaban jodidos pero bien.

La inspectora de sanidad no tardó en aparecer de nuevo por el restaurante. Se presentó a las seis de la tarde del día siguiente. Y no fue sola. Con ella iba una pareja de la policía local. El resto es historia.

Clausuraron el restaurante ese mismo día. La lista de irregularidades era interminable. Sanidad exigía el uso de un lavavajillas para fregar los platos, termostatos en cada nevera, extracción y salida de humos en la cocina y un sinfín de detalles más que la inspectora fue enumerando uno a uno. El asador no cumplía con ninguno. Pero la guinda del pastel la puso la altura del techo del salón. Por lo visto había una altura mínima y ni en eso cumplía. <<Es curioso -pensó el novato-. Justo lo que me hizo perder el diente va a ser lo que haga que mi jefe pierda su negocio.>>


Capítulo 12: No está el horno para bollos (I)

domingo, 12 de febrero de 2012

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- Es que no os puedo dejar solos - dijo el maestro Guindilla mientras colocaba unos platos limpios junto a otros sobre el mármol de la cocina - Me ausento un día y aquí no viene nadie. - dijo burlándose de su jefe.

El Goblin miró a su camarero, movió enérgicamente el cuchillo jamonero frente a su cara y dijo:

- ¡No hagas que conteste a eso sino quieres acabar mal! ¡Venga a preparar el patio! ¡Que abrimos a las siete y ya estoy escuchando a la gente desde aquí haciendo cola!

El Guindilla puso una mano en el pecho de su alumno y le empujó suavemente, sin apartar la vista de la de su jefe.

- Vámonos de aquí chaval, que no está el horno para bollos. - Iba diciendo mientras salían de la cocina.


Capitulo 11: ¿Mesa para treinta?

sábado, 4 de febrero de 2012

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El maestro Guindilla estuvo con gripe tres días. Durante ese corto espacio de tiempo que pareció eterno, el novato tuvo que demostrar que ya no era tan novato como parecía. Y aunque el Goblin seguía gritándole y llamándole novato, y otras muchas cosas que no pueden describirse con palabras, nuestro protagonista ya era capaz de llevarse el restaurante entero él solo. Incluso era capaz de adelantarse a las quejas de su propio jefe.

- ¡Gusano! ¡Es que no ves que a la mesa doce le falta el pan y la tapa de pulpo! 

- ¡Lo llevo en la mano! ¡Te has confundido y lo has marchado doble! ¡Ya tengo cena! - gritaba el novato al pasar junto a la cocina.


Capítulo 10: El diente

domingo, 15 de enero de 2012

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Aún no llevaba ni dos meses trabajando y ya no podía más. Empezó a pensar que quizás no podría aguantar físicamente el ritmo impuesto por el Goblin. Ni siquiera todo el dinero gastado en un buen traje de camarero parecía ayudar en nada.




Capítulo 9: Sincronización mental

viernes, 16 de diciembre de 2011

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Con la llegada del mes de Agosto el estrés se había convertido en el pan nuestro de cada día en el asador. Los clientes se agolpaban a las siete de la tarde todos los días, independientemente de si era fin de semana o un lunes cualquiera. Y por alguna extraña razón, que escapaba del entendimiento del novato, los clientes estaban especialmente exasperantes.

- Hola, buenas noches, ¿que va a...? - y le cortaron como siempre

- De momento tráeme una caña, pero bien tirada, no esos meados que ponen por ahí...

- Enseguida caballero - respondió con una sonrisa. Miró a su maestro de reojo y éste le contestó con otra mirada que significaba "lo sé chaval, la gente no es amable. Es lo que hay."

Capítulo 8: Todo héroe necesita un traje

jueves, 24 de noviembre de 2011

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Ningún héroe viste de vaqueros. Todos utilizan una especie de traje, algo que los identifica del resto, que los hace diferentes. El camarero Zen no iba a ser la excepción. Aunque quizás sus motivos no fueran tan filosóficos.

- Necesito unos zapatos, pero de camarero. - le dijo al dependiente, un tipo bajo y regordete que se paseaba por la tienda con un fular excesivamente voluminoso para su gusto. El hombre lo examinó de la cabeza a los pies, como tomando medidas mentalmente.

- ¿Y como son los zapatos de un camarero? ¿de vestir?

- Eso me da igual. Pero es imprescindible que sean indestructibles - respondió el novato muy seguro de si mismo.

Capitulo 7: Tu si que vales.

domingo, 13 de noviembre de 2011

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<<Eres capaz de pasarte el Monkey Island en seis horas. Estás por encima de esto.>> - se dijo a sí mismo.

Estaba frente a la mesa sosteniendo la botella de vino con la mano izquierda y el abridor con la derecha. Los clientes le ignoraban y eso le ayudaba bastante. Hablaban de sus cosas sin que pareciera importarles lo que el camarero estuviera a punto de hacer, así que observó detenidamente la boca de la botella, analizando la situación.

<<No parece muy difícil. Corto la caperuza con la mini sierra, le clavo la rosca al corcho, le doy vueltas y tiro hacia arriba suavemente.>> - Siguió las indicaciones de su propio cerebro y contra todo pronóstico la operación salió tal y como pensaba. El abridor parecía saber lo que tenía que hacer, deslizándose suavemente por el interior del corcho, que no se quejó. Salió entero, con un ligero ¡POP! El novato sirvió el vino. Supuso que los cánones de educación regirían también allí, así que empezó por las mujeres y terminó por los hombres. Apoyó la botella sobre la mesa y se quedó mirando a los comensales, como esperando algo. Pero no le hicieron caso, seguían a lo suyo, hablando del último cotilleo de la vecina del tercero.

Capitulo 6: El abridor legendario

sábado, 29 de octubre de 2011

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Tras el primer día de trabajo en el restaurante regentado por el Goblin, poco a poco, su cuerpo fue adaptandose al duro trabajo, hasta que llegó incluso a parecerle mecánico.

Todos los días eran mas o menos igual. Llegaba a las seis y media, montaba las mesas del patio mientras el Guindilla pasaba la manguera para refrescarlo. Preparaban cubiertos, copas, platos y abrían la puerta. Los clientes empezaban a llegar enseguida. Durante las primeras horas el ritmo no era excesivamente alto (o quizas se habia adaptado ya a él) y el maestro aprovechaba para darle "clases teóricas"



Capitulo 5: Aún no hemos terminado por hoy...

viernes, 21 de octubre de 2011

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Se estiró poniéndose recto y su espalda se quejó emitiendo un sonoro crujido.

Miró hacia el frente, donde horas atrás se levantaba la montaña de platos sucios más grande vista por el hombre y comprobó aliviado que había terminado. El tablón de madera estaba limpio. Bueno, quizás limpio no era la palabra exacta. Dejémoslo en "sin platos" <<¿Cuántos he fregado con mis propias manos?¿Cien?¿Doscientos? Difícil saberlo. La próxima vez pienso contarlos>> - pensó, como si eso fuera a servir de algo.


Capítulo 4: El lado positivo

viernes, 14 de octubre de 2011

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Había que subirse a una banqueta para poder llegar a coger los platos.

La mecánica de fregarlos era cuánto menos rudimentaria. Subir escalón, coger platos, bajar escalón, al friegue. Fregar a mano, agachado sobre una pileta donde apenas caben tres, con un estropajo de los verdes, y colocar la vajilla limpia sobre una diminuta superficie de mármol.  Limpios no cabían más de diez, así que enseguida había que hacer un viajecito fuera del cubículo para colocarlos en su respectivo lugar.


Capítulo 3: ¿el baño?, por favor.

domingo, 9 de octubre de 2011

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Se bajó la cremallera y orinó.

Un gesto simple, una acción que realizamos todos muchas veces al día, incluso de forma mecánica, en aquellos momentos para el novato fue un éxtasis total. Había perdido la noción del tiempo que llevaba meandose. Empezó como una ligera molestia en el vientre, cuando el salón estaba lleno, y no se atrevió a preguntar ni siquiera donde estaba el baño. La segunda lección del día retumbaba en el interior de su cabeza.

"Mantén la boca cerrada o nos pillará el toro." Y vaya que les había pillado. No había parado de llegar gente desde que abrieron la puerta del restaurante.

- ¿Mesa para diez? 

Capitulo 2: ¡Lo quiero para ayer!

miércoles, 5 de octubre de 2011

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Aquello se convirtió en un campo de batalla en cuestión de segundos. El Guindilla andaba a toda velocidad por el salón, atendiendo a la gente, dirigiendola a las mesas, tomandoles nota. Lo hacia todo siempre con una sonrisa, como disfrutando del momento. ¿He dicho siempre? No, siempre no. Cuando hablaba con su nuevo aprendiz parecía descargar todo el estrés del mundo sobre él.

- ¡Recoge esa mesa! ¡Retira los platos de ahí! ¡Monta ahí para cuatro! - gesticulaba compulsivamente señalando con sus brazos en todas direcciones. El novato daba vueltas por el salón, tratando de hacer todo lo que se le gritaba, pero era imposible. Hacia apenas veinte minutos todo era calma y sosiego. Habían estado montando mesas tranquilamente, mientras charlaban.

- Así que campeón comarcal de eichofempairs, ¿eh? - el Guindilla hablaba siempre sin mirarle, mientras extendía manteles. El alumno iba detrás de él, colocando los platos, cubiertos y copas tal y como su maestro le había enseñado.

Capítulo 1: el Camarero Guindilla

viernes, 30 de septiembre de 2011

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El Goblin lo miro muy despacio. Su mirada empezó por los pies y fue subiendo lentamente, recorriendo su anatomía , analizando...

Estaban en la puerta de la cocina. Nuestro joven protagonista había atravesado el salón, agachándose con cuidado para evitar darse con los contrafuertes del techo. Llegó hasta un arco que daba a un patio interior enorme y lleno de mesas. Las sillas estaban sobre ellas, puestas del revés. El suelo, de piedra, estaba empapado y se escuchaba el ruido del agua chocando sobre él.

Una pequeña puerta se abrió de repente y allí apareció el Goblin. Llevaba un delantal manchado de sangre y grasa. En la mano derecha asía un cuchillo carnicero de dimensiones "interesantes". En la boca llevaba un palillo. Estaba sudando a chorros. El joven se quedó mudo ante el aspecto y la mirada penetrante del que iba a ser su primer jefe. Tras unos segundos que parecieron horas, al fin el Goblin se pronunció:

Prólogo

lunes, 26 de septiembre de 2011

Toda decisión tiene su consecuencia. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Y así fue cómo ocurrió todo...

- Quiero una guitarra... eléctrica...

- ¿Una guitarra?¿Para qué quieres una guitarra, si no has tocado una en tu vida? Además, yo no pienso pagarla... - pensó en estrangularlo allí mismo, pero de que serviría, al final siempre hacia lo que le salía de los cojones.

- Pues deberías. Estás minando mi capacidad creativa. Y luego está el tema económico. Imagina que se me da bien. Monto un grupo de rock y nos forramos... las chatis estarían a las puertas, tirándose de los pelos para ser una de las primeras en entrar en el backstage... - el argumento es irrefutable, se dijo a sí mismo. Quién es él para negarme semejante orgía de éxito.