Me estoy haciendo viejo, lo reconozco. Me molesta la gente, algo curioso teniendo en cuenta el oficio que corre por mis venas. ¿Un camarero antisocial? ¿Como se come eso? No lo sé, pero es la verdad.
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No se me puede sacar "de bares"
sábado, 14 de mayo de 2016
Manual del camarero Zen - 6
sábado, 26 de octubre de 2013
La carta de presentación
Cuando un cliente entra por primera vez en un establecimiento hostelero se topará de cara con una serie de factores que componen la "carta de presentación" del lugar, como el aspecto y decoración, el sonido ambiente, la carta y el menú que suelen estar en la entrada, a la vista, etc. Todos estos elementos van a transmitir a nuestro cliente una primera impresión de lo que se va a encontrar.
Esto es señores, uno de los factores clave de éxito de un local, pues la impronta de la primera impresión queda grabada a fuego en nuestros clientes de tal forma que, de ser mala no importará todo lo demás. Dará igual que el servicio sea excepcional o que al comer aquella tapa de bravas se nos pusieran "los ojos del revés". No importará un carajo que invitemos a chupitos o que las cañas estén a un euro y sus dimensiones sean desproporcionadas.
Por lo tanto, debemos tener sumo cuidado con la carta de presentación de nuestro establecimiento. Hay sin embargo un elemento crucial de dicha carta de presentación que no he mencionado todavía y que suele ser olvidada como si no fuera importante. Si son lectores habituales de este humilde camarero ya saben a cual me refiero.
El camarero es el elemento crucial y mas importante de nuestra carta de presentación. Porque es el primero que hablará cara a cara con el cliente, ya sea para llevarlo a la mesa, informarle del menú o simplemente saludarlo e invitarlo a pasar. Si el camarero lleva sucia la camisa, el pelo lleno de grasa, sin afeitar y el pozo (aka aliento) le huele a muerte ya pueden imaginar que pensará el cliente nada mas entrar.
Los que me conocen saben que no escribo algo sino es porque fui a cenar y vi algo. Así que todo este tostón viene a cuento porque el otro día fui a cenar a un restaurante de mis habituales, de los que me saludan por mi nombre al entrar y me encontré con un camarero nuevo. Nuevo allí, pues es un camarero de la vieja guardia, un Guindilla con mayúsculas de toda la vida en mi ciudad.
Todo fue perfecto hasta que trajo el primer plato y descubrí horrorizado como tenía la uña del dedo gordo de su mano derecha. Uña que estaba a escasos centímetros de mis espárragos favoritos. No hace falta que entremos en detalles pero ya saben que es lo que recuerdo ahora con mas intensidad de ese lugar, ¿verdad?
Cuando un cliente entra por primera vez en un establecimiento hostelero se topará de cara con una serie de factores que componen la "carta de presentación" del lugar, como el aspecto y decoración, el sonido ambiente, la carta y el menú que suelen estar en la entrada, a la vista, etc. Todos estos elementos van a transmitir a nuestro cliente una primera impresión de lo que se va a encontrar.
Esto es señores, uno de los factores clave de éxito de un local, pues la impronta de la primera impresión queda grabada a fuego en nuestros clientes de tal forma que, de ser mala no importará todo lo demás. Dará igual que el servicio sea excepcional o que al comer aquella tapa de bravas se nos pusieran "los ojos del revés". No importará un carajo que invitemos a chupitos o que las cañas estén a un euro y sus dimensiones sean desproporcionadas.
Lo que el cliente recordará con mayor precisión será aquello que le llamó la atención al principio.
Por lo tanto, debemos tener sumo cuidado con la carta de presentación de nuestro establecimiento. Hay sin embargo un elemento crucial de dicha carta de presentación que no he mencionado todavía y que suele ser olvidada como si no fuera importante. Si son lectores habituales de este humilde camarero ya saben a cual me refiero.
El camarero es el elemento crucial y mas importante de nuestra carta de presentación. Porque es el primero que hablará cara a cara con el cliente, ya sea para llevarlo a la mesa, informarle del menú o simplemente saludarlo e invitarlo a pasar. Si el camarero lleva sucia la camisa, el pelo lleno de grasa, sin afeitar y el pozo (aka aliento) le huele a muerte ya pueden imaginar que pensará el cliente nada mas entrar.
Repito para que quede claro: Eso será lo que recordará y no el fantástico aspecto del solomillo a la pimienta.
Los que me conocen saben que no escribo algo sino es porque fui a cenar y vi algo. Así que todo este tostón viene a cuento porque el otro día fui a cenar a un restaurante de mis habituales, de los que me saludan por mi nombre al entrar y me encontré con un camarero nuevo. Nuevo allí, pues es un camarero de la vieja guardia, un Guindilla con mayúsculas de toda la vida en mi ciudad.
Todo fue perfecto hasta que trajo el primer plato y descubrí horrorizado como tenía la uña del dedo gordo de su mano derecha. Uña que estaba a escasos centímetros de mis espárragos favoritos. No hace falta que entremos en detalles pero ya saben que es lo que recuerdo ahora con mas intensidad de ese lugar, ¿verdad?
Manual del camarero Zen - 5
martes, 15 de octubre de 2013
Gin-tonics a 2,50 €
Hoy he ido a una concurrida cafetería de mi barrio movido por la curiosidad creada precisamente por eso, por ser una cafetería concurrida, algo extraño e inusual en los tiempos que corren. Más aún en la ciudad donde habito, que en verano todo funciona al doscientos por ciento debido al turismo pero que, una vez llegado el invierno, todo se queda mas muerto que los salarios mínimos. Así que me dije a mi mismo, oye, vamos a tomar un café y a ver si descubrimos cual es el secreto de la eterna juventud.
Hoy he ido a una concurrida cafetería de mi barrio movido por la curiosidad creada precisamente por eso, por ser una cafetería concurrida, algo extraño e inusual en los tiempos que corren. Más aún en la ciudad donde habito, que en verano todo funciona al doscientos por ciento debido al turismo pero que, una vez llegado el invierno, todo se queda mas muerto que los salarios mínimos. Así que me dije a mi mismo, oye, vamos a tomar un café y a ver si descubrimos cual es el secreto de la eterna juventud.
La cristalera frontal del local oferta Gin-tónics "de lujo" a 2,50 €
Al llegar al establecimiento confirmo que, efectivamente, la terraza está casi llena un martes cualquiera. Entonces el texto que se anuncia en la cristalera me golpea la cara con fuerza. Ahí lo tienes, me digo, marketing de precios agresivo. Sin embargo, algo no encaja en mi cabeza. Empiezo a hacer cálculos mentales mientras espero a que alguien me atienda. Alquiler del local, costes materiales, impuestos y todas esas milongas no encajan con los gin-tónics a dos cincuenta. No me salen las cuentas así de primeras, pero todo puede tener una explicación. Quizás pierden dinero con esta oferta atrayendo a un determinado numero de clientes que después consumirán otras cosas. Algo que hacen con bastante éxito las grandes cadenas hosteleras. Lo que viene siendo marketing de precios al mas puro estilo old school.
Sigo esperando mientras leo un pequeño panfleto adherido al servilletero. Los jueves los tanques de cerveza valen solo un euro. ¡Un euro! ¡Un tanque de cerveza! Mi cabeza empieza a hacer cálculos sobre el precio actual del barril de cerveza y una vez mas no me salen los números.
Entonces me doy cuenta. Llevo esperando mas de cuarenta minutos. Busco con la mirada y descubro a una sola camarera que corre como alma que lleva el diablo. No puede con todo. Empiezo a contar mesas de dentro del local y de la terraza y llego a la inevitable conclusión. Esto no lo sacas ni tú. Ni tú ni nadie. Es barato pero hay que esperar una cantidad de tiempo inaceptable.
Me levanto de la mesa sin ser atendido. No culpa a la camarera. Ella es la clave del éxito del local. Estará cobrando menos de novecientos euros por cubrir el trabajo de al menos tres personas. Está siendo explotada y exprimida como a un limón. Sin piedad.
El truco funciona en principio, pudiendo vender por debajo del precio de la competencia a costa de reducir el personal al mínimo "posible". Lo que no parece saber este hostelero es que yo me he levantado sin ser atendido y no he sido el único cliente que ha perdido en apenas cuarenta minutos.
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